LA HISTORIA DE LA FOTOGRAFIA URBANA
Desde los comienzos el paisaje urbano fue un tema elegido por los pioneros de la fotografía. La primera imagen que se conoce como fotografía, obtenida por Niepce “Punto de vista desde la ventana de Gras” en 1826.
En el caso de Daguerre se trata de una panorámica de la ciudad de Paris tomada desde lo alto de una esquina de una gran avenida de 1836. En ella aparece una figura humana solitaria, es la primera persona fotografiada que, gracias a su estatismo, logra burlar las limitaciones técnicas del momento que exigían largos tiempos de exposición y hacían que no se registrara el tránsito y las personas que circulaban.
Y en el caso de Talbot en 1843 registra una imagen de un boulevard de Paris desde lo alto. No es casual que en los tres casos se trate de fotografías tomadas desde cierta altura, podemos pensar que los precursores están probando materiales y las tomas son realizadas desde los lugares donde se encuentran realizando sus experiencias e investigaciones.
Con el correr del tiempo, los avances técnicos permitieron que el diabólico arte francés como denomina Benjamin a la fotografía, resultara muy adecuado para fijar los fugaces espejismos urbanos; así hay quienes se interesan por captar las líneas, formas, y elementos propios de la arquitectura.
Al ir trasformándose los equipos en dispositivos más maniobrables, al tener más sensibilidad las placas se logran registrar sitios de más difícil acceso; y al poder moverse con mayor comodidad el fotógrafo logra captar no sólo la forma, la arquitectura, y la situación, sino también la gente y sobre todo la fugacidad del momento; convirtiéndose esto último en la especificidad fotográfica.
El gran mérito de la fotografía radica en su capacidad de sobrevivir a todo, en este caso a la ciudad misma y a su arquitectura, es capaz de representa y perpetuarla muchas veces con ventaja sobre la realidad
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